jueves, 16 de octubre de 2025

Cada uno tiene su estilo.

 Cada uno tiene su estilo. Indudablemente a cada uno le funciona más algo y a otros no.  Como sea.

A mi en lo personal no me gustan las presentaciones.  No me agrada en nada que se levante alguien a presentarme y a decir de mi, que yo esto y que yo aquello.

Creo que me gusta el misterio.



En general la mayoría de los trabajadores quiere hablar con gente igual que ellos.  Iguales=trabajadores.  Y se logra un efecto andragógico muy interesante cuando logramos ponernos en el mismo nivel.  OJO, uno nunca deja de ser trabajador o ingeniero, o licenciado o lo que sea, pero hay que ponerse al mismo nivel (y no tiene nada, absolutamente nada con subir o bajar…eso se los dejo a sus egos de cada uno).

Cuando logramos ponernos en el mismo nivel, hablaremos el mismo lenguaje, el mismo idioma.  Pensaremos igual (bien y mal).  Entenderemos (o deberíamos) por que actuamos así.  Que queremos lograr.  Como lo vamos a alcanzar.  Cuando lo tenemos planeado.  Y con ese mismo idioma podemos preguntar, aseverar, regañar, discutir, insultar, lograr o fracasar.  Pero siempre en el mismo nivel.

A mí, en lo personal no me gustan las presentaciones.  Siento que cuando dicen el ingeniero, el licenciado, él, él, él.  Inmediatamente los que me escuchan se voltearán a otro lado.  Automáticamente cerrarán sus oídos y mentes.  Y tendremos bultos en la sala.  Todos cansados que los Él supervisor, Él ingeniero, Él jefe, Él dueño, Él tipo venga a decirme bla, bla, bla.

Después de una presentación dejamos de ser nosotros para ser quienes quieren escuchar los presentadores.  Y además, después de la presentación, me lleno de nervios por lograr ser esa persona a la que presentaron.  Ese que tiene títulos, diplomas, cursos, amigos, etc, etc.

 

Ahora, ¿Podemos ponernos en el mismo nivel? ¿Cómo hacerlo? ¿Por cuánto tiempo?

Siempre se puede:

1.       Si vamos a hablar frente a ingenieros debemos convertirnos en ingenieros y hablar el lenguaje de ingenieros, vestirse como ingenieros.  Si vamos a hablar frente a abogados, debemos conocer el lenguaje de los abogados y, obviamente ¡no podemos llegar con pantalones de mezclilla ahí!.  Y si hablamos con trabajadores, debemos ser trabajadores ¿Por qué llegar con traje y corbata?.

2.       Repito, a mi no me gustan las presentaciones por que después se m hace muy difícil volver a ser trabajador.  Sin presentaciones podemos empezar con una pregunta: ¿por qué me atrevo a pararme frente a ustedes a hablarles de esto?.  E inmediatamente después una historia: Del como llegue a la Seguridad y Salud laboral.  ¿Qué me pasó?  Sentí el llamado de Dios, no tenía trabajo y fue lo más fácil, no sé… cada uno tendrá su propia historia.  Recomendación muy importante y para toda la sesión:  NO MIENTAS.  Las mentiras se convierten en bolas de nieve y luego son muy difíciles de sostener.

3.       No vayas a enseñar nada. Cuando vas a enseñar algo, los trabajadores de inmediato se vuelven bultos en la sala. Es andragogía pura: ¿qué me viene a enseñar este tipo? Muchas veces somos más chicos que ellos, no sabemos usar la maquinaría que ellos usan desde hace 20 años, no conocemos sus rutas y caminos, ni sus tiempos o a sus compañeros, etc.  Y lo más importante, cada trabajador es una persona independiente, con defectos y virtudes, con características propias del lugar de donde vienen, de donde viven, familiares, etc, etc.  Por eso no debemos enseñarles nada.  Debemos compartirles, comunicarles, facilitarles, indicarles, asesorarles, etc.  Nunca enseñarles.  Eso es muy difícil y toma mucho, mucho tiempo en adultos.

4.       Entonces debemos ser contadores de historias.  De esas cosas que me pasaron trabajando.  De lo que me encontré.  De lo que me dijo el jefe. Y poco a poco nos veremos mimetizados.  Por que todo lo que me pudo pasar a mi como trabajador, a ellos les pasa.  Importantísimo, no creo que sea imposible, pero si no has sido trabajador en una planta industrial, en una obra en construcción, si no has sido asalariado (y a veces explotado y trabajado en condiciones difíciles), será muy duro, poder contar las historias que ellos quieren y deben escuchar.  Porque no les contarás a un grupo de obreras, de montacarguistas o de personal de mantenimiento, aquella terrible vez que se paró el aire acondicionado de tu oficina y tú te volvías loco por que no había grapas en la engrapadora.  ¿O sí?


Y así poco a poco seguiremos con nuestras presentaciones.

Pero, para empezar… a mi no me gustan las presentaciones y las evito siempre que puedo.


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