Lamentablemente en México poco a poco nos hemos acostumbrado a este tipo
de sucesos... Por no existir pruebas plenas, por complicidad, por nepotismo
suceden cosas como esta y como todos las demás expuestas por otras personas.
Lo que realmente debería dolernos es que esa costumbre se hace haábito y ya nadie se molesta por Tlatlaya, por Ayotzinapan, por Acteal... por Tlatelolco. Ya no nos importa (si es que alguna vez nos importó).
La mayoría de las personas queremos vivir en paz, aunque eso signifique cerrar los ojos a la barbarie, a la injusticia, a la desigualdad. No hay problema.
Nada importa que maten estudiantes, mientras mis hijos no sean uno de ellos, al fin y al cabo a mi hijo le enseñé que a la escuela se va a estudiar, no andar de revoltoso.
Nada importa que maten o detengan presos a maestros, los profesores revoltosos que no quieren trabajar se lo tienen bien ganado. Se lo tienen ganado por no querer trabajar, todo lo que hacen (y eso es evidente que "nomas" es un grupito) por no querer que los evalúen. Como si estuviera tan bien la educación.
Nada importa que los papas de la guardería ABC sigan pidiendo Justicia, afortunadamente mis hijos están aquí, junto a mí...y además eso fue una desgracia, un fatal accidente. Oremos para que a los familiares se les llene de resignación el corazón.
Nada importa que nuestros jóvenes sean acosados, maltratados, golpeados cada vez que quieren expresarse, que quieren decir algo. Y mucho menos importa que cada vez sean mucho menos los que se atrevan, quieran o les interese decir algo. Al cabo yo tengo clases y tengo que asistir para "ser alguien en la vida".
Nada importa que en municipios, ciudades, estados y país sepamos quienes
son los corruptos. Al cabo, como
queremos un cambio votamos por quien menos debemos… ”Al fin siempre ganan los
de siempre”; “es que ya está arreglado”; “es que ya lo decidieron los poderosos”;
es que más vale tener quinientos pesos ahorita en la mano, que una vida de
placeres en el futuro.
Nada importa el grito desesperado de nuestras madres, hermanas e hijas
por el número cada vez más grande de desaparecidas, golpeadas y asesinadas por
cuestiones de género y poder; por tráfico de blancas. Al fin y al cabo eso les pasa a las mujeres
que andan de locas, las que salen de noche, las que andan conociendo gente en
face…
Nada importan los “periodicazos”, los titulares”, las investigaciones de
grupos periodísticos donde muestran, exhiben, refutan y comprueban las maldades
que tiene que soportar el pueblo de México.
Al fin y al cabo se está haciendo justicia en el país, ¿que no vieron la
película Presunto Culpable?
Nada importan las cosas que se publican en redes sociales y/o en periódicos,
de eso nada importa porque estoy seguro que si cambio yo, cambiará México. Porque estoy seguro que si dejo de tirar
basura, que si educo a mis hijos, que si trabajamos todos juntos, lograremos
mover a México. Por eso, porque yo soy el impulsor del cambio no importa que
hagan los pillos, no importa que se pisotee el estado de derecho o que el “debido
proceso” no exista, no importa que lleguen los que lleguen al poder, no importa
que nos gobierne quien sea, no importan asesinatos, desapariciones, más
impuestos, servicios del gobierno inexistentes o mal otorgados,
privatizaciones, malos manejos y peores cuentas, robos o extorciones (desde el
mismo gobierno o por la delincuencia).
No hay problema.
Repito, el problema no es el nepotismo, la corrupción o el tráfico de
influencias. El problema no es que haya
asesinatos en masa. El problema no es
que los malhechores sean los “autodefensas”. El problema no es que se premie
con la cárcel a quien ha osado defenderse de la delincuencia. El problema no es la injusticia. El problema no es el enriquecimiento ilícito
de funcionarios. El problema no es el gobierno.
El problema es que no nos importa y que cada día que pasa nos importa
menos. El problema es México. El problema somos todos.
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